martes, 7 de agosto de 2007

GATO BAJO LA LLUVIA


Dicen que tomaba Daiquiri en "El Floridita", un bar ubicado en la transitada calle Obispo de La Habana. Que la escritura era la madre de todos sus vicios y que sus ojos se perdían en la nostalgia de los desarraigados.
Lo imagino paseando por la Ciudad de la Luz, escribiendo sobre las mesas del café de la place de Saint Michel, vociferando "Eres mías y París es mío", a la bella mujer que apareció en el portal, una tarde helada.
Acaba de llegar a Chile el libro "Cuentos" de Ernest Hemingway, una selección que el mismo escritor norteamericano realizó en 1938. En el prólogo, Gabriel García Márquez recuerda el día en que le gritó "¡Maestro!" desde la vereda opuesta, bajo la lluvia primaveral de 1957 en París.
En esas líneas, el autor de "Cien años de soledad", también rescata su innegable talento por los relatos cortos, su busto conmemorativo varado en el pueblo del pescador de "El viejo y el mar", en Cojímar, Cuba. Y el refugio en Finca Vigía, ubicado también en la tierra de Fidel. Junto a trofeos de caza y páginas sueltas, Hemingway pasó los últimos años de su vida. Hoy, la casa sigue intacta. Incluso su atril de escribir se empolva junto al bosque. "Siempre habrá primavera, lo sabes?", sentenció. Su voz sigue meciendo las cabelleras de los árboles.

-Dime Tom, por qué estás triste?
-Por el mundo entero
-Quién no está triste por el mundo entero? Se pone cada vez peor. Pero no puedes pasar la vida entristecido por ello.
-No hay ninguna ley que lo prohíba...

E. Hemingway

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