domingo, 26 de agosto de 2007

SAN CAETANO...



Sexo, literatura y muerte en la voz del fundador del tropicalismo. A dos semanas de su tercera visita a nuestro país, el artista bahiano recuerda su estadía en el Hotel Carrera en 1998, su relación con Pedro Almodóvar, Gilberto Gil y María Bethania. Además, revela su banda sonora para hacer el amor.

Por Gabriela García / La Nación Domingo

Desde que "Cê" (2006), el último álbum de Caetano Veloso (65) llegó a Chile, que el correo electrónico no arrojó respuesta. Pasó un año perdido entre los carnavales de Salvador de Bahía, junto al sudor de los negros de favela o en la entrepierna de las mininas de Copacabana. Sólo quedaba poner en la radio "Cucurrucucú paloma". Aquella canción de cuna con tufo a cabaret se convirtió en calmante.
Pero el fundador del tropicalismo apareció el 6 de agosto de 2007, apenas unas horas antes de cumplir 65 años. "Es la jodida falta de tiempo", se excusó desde Sâo Paulo con su impecable español. Ese lugar es una de las tantas paradas que contempla la gira de su último material discográfico: 12 canciones inéditas con dosis de rock, punk, sicodelia, desgarro y testosterona que lo traerán por tercera vez a Chile, el 1 de septiembre al Teatro Caupolicán.
"Espero que les guste lo que hacemos. Somos sólo cuatro sobre el escenario yo y un trío de formación roquera y los temas y arreglos que nosotros mismos grabamos en el álbum Cê . También hay canciones de otros períodos. Así que será exactamente el show que hicimos por Brasil y otros países de América Latina y que luego vamos a llevar para Europa y Estados Unidos. Lo que pasa es que, si piden bis, al volver, tocamos lo que viene a la cabeza", cuenta Veloso.
Cantautor, compositor, intérprete, narrador, poeta, pintor, activista político y hasta productor de discos y programas de televisión (entrevistó a Mick Jagger para la pantalla chica brasileña en 1983), el artista es una máquina creativa y una de las eminencias que quedan de la música popular brasileña (MPB), junto a su amigo Gilberto Gil, el actual ministro de Cultura de la tierra de la samba. A esto se suma su estadía en la cárcel durante la dictadura militar (en una celda pequeña escribió "Terra", tema que se le vino a la mente cuando su primera esposa le llevó las primeras fotos tomadas al planeta desde el espacio), el exilio, su fama de eterno galán y su enorme trayectoria: 40 discos que lo consagran como un artista de vanguardia que desde el 67 se reveló contra los purismos, se dejó esclavizar por las canciones y con sed de convicto salió a bucear. Su paladar musical es tan curtido que además de cantar en distintos idiomas canciones de Paul Anka, The Beatles, Nirvana o boleros, se ha declarado fanático de grupos como Gorillaz y Bj rk. "No hago planes en ese sentido. Simplemente siento que todavía no he hecho nada y busco nada más. Un día encontraré algo", dice con sencillez.



ORGASMO Y LÁGRIMAS

Caetano Veloso nació el 7 de agosto de 1942 en una casa sencilla de Santo Amaro, Bahía. Mientras los niños improvisaban batucadas en las esquinas, el hermano de María Bethania, seguía en puntillas los pasos de su padre, un hombre que solía declamar a Guimar es Rosa por los pasillos, como si fuese un fantasma. En la cocina, su madre silbaba arias de ópera mientras preparaba la cena para sus ocho hijos. "La voz que atraviesa el pasillo. Qué luz, qué paz, qué trae, qué voz, qué dolor ", recordaría Veloso años después cuando escribió el tema "Motriz". "Mi identificación femenina es mi voz. Canto como mi madre, aprendí con ella. Tengo una canción que dice mi madre es mi voz, siento que está conmigo ", reveló a Pedro Almodóvar para la revista "Rolling Stone".

El "Bob Dylan brasileño" le dicen los norteamericanos. Vestido de jeans gastados y sonrisa masculina, no representa 65 años. Amante de las ciudades, las conversaciones a deshora y el chocolate español, no bebe una gota de alcohol ni café. Hace tres años se divorció de su segunda mujer, Paula Lavigne, con quien tiene dos hijos pequeños y casi 20 años de historia. El fracaso del amor se deja ver en el disco "Cê". Canciones como "Minhas lágrimas" o "No me arrepiento" esta última iniciada con un homenaje a la línea de bajo de "Walk on the wild side", de Lou Reed salen del parlante como cachetadas sin anestesia, acompañadas de bajo, guitarra y batería. "Es un disco autobiográfico porque está marcado por la separación y eso le inyecta mucha tristeza y soledad. Pero a la vez Cê es desenfadado y sexual", explica el bahiano, refiriéndose a tracks como "O herói" un rap donde aparece un militante racial de Brasil con un ojo en la Biblia y otro en la pistola y a "Por qué", donde su voz sugiere "estoy a punto de venirme ¿por qué no te vienes tú también?".



LIBROS EN LA CAMA

Es 1998 en Chile y Caetano Veloso asoma sus ojos claros por una de las ventanas del Hotel Carrera de la Plaza de la Constitución. De visita en el país, en pleno Mundial de Fútbol, traía bajo el brazo su álbum "Livro". Esa tarde, al mirar La Moneda, nadie lo escuchó tararear "Volver a los 17", de Violeta Parra. "Es una de las canciones de todo el mundo que más me emocionan. Recuerdo que fue mi primera vez en Chile y encontré un país muy diferente a Brasil, Argentina o Uruguay. Un país más serio, quizá por la montaña. Me acuerdo de la plaza con la guardia del Palacio de la Moneda. Los soldados en sus ropas grises, con paso prusiano", recuerda. Y agrega: "A pesar de eso, he pensado mucho en que los sudamericanos debemos pensar más sobre Chile y su experiencia de poner en práctica las ideas liberales del llamado Consenso de Washington, desde muy temprano. Con Pinochet de modo más radical (u ortodoxo) que cualquier otro país de América Latina , y cómo ello se mantuvo a través de los gobiernos democráticos, incluso aquellos salidos de los partidos de izquierda. En cómo toda esta historia sirve de ejemplo de algunos buenos resultados y en qué medida expone las fallas del modelo. La verdad es que los otros países no han hecho nada tan definitivo. Hay que mirar hacia Chile con atención", sentencia.

-¿Cómo es un día cotidiano en tu vida? Ray Bradbury dice que sólo vale la pena acostarse con una mujer o un libro. ¿Compartes su tesis?

-No tengo idea de rutina. Despierto muy tarde casi siempre. Y cuando de repente estoy de pie por la mañana, voy a la playa. Me gusta conversar, cantar, leer. Y sí, siempre me acuesto con un libro. Me gusta leer mucho. Despacio y sin método. Con Clarice Lispector o Katherine Mansfield tengo a la vez un libro y una mujer. También me gusta Stendahl, Thomas Mann, Guimar es Rosa... y poesía, que no es propiamente cosa para leer, sino que para oír o releer, tal como se eligen las canciones de un disco. Encontrar, mirar, como a un cuadro, una montaña, una playa.

-¿Cómo es tu amistad con Pedro Almodóvar? ¿Existe posibilidad de que vuelvan trabajar juntos, como en "Hable con ella", o de que vuelvas a hacer música para la pantalla grande?

-Siempre hago música para alguna película. Ahora mismo acabo de terminar una canción para "Romance", la nueva película de Guel Arraes. Con Pedro somos muy cercanos y todo fluye muy natural. Nos conocimos en Brasil, hemos estado juntos en mi casa en Bahía y algunos veranos en Madrid. Lo de "Hable con ella" fue un caso singular, pero mi sueño es dirigir otras películas. Son historias que pasan en Bahía las que se me vienen a la cabeza.

MUERTE Y MASTURBACIÓN

-¿Cómo es tu relación con María Bethania y con tu hijo Moreno, el que produjo tu disco "Cê"?

-Moreno es mi consejero, mi amigo, mi protector. Bethania es mi hermanita menor más talentosa, una reina del escenario, con voz única. Tenemos mucha complicidad. Pasamos algún tiempo sin vernos, pero nos encontramos siempre en las fiestas de nuestra ciudad. Incluso, cuando yo estaba solo, después que me separé de mi segunda mujer, me fui a vivir a su casa.

-Gilberto Gil también es alguien entrañable en tu vida. ¿Se siguen viendo? ¿Estarías dispuesto a participar de un cargo político, así como él es Ministro de Cultura?

-No lo veo más porque le falta tiempo. Pero sí hablamos de las cosas, discordamos en muchos puntos pero nunca peleamos. Yo lo respeto. Pero jamás ocuparía un cargo político.

-Rilke dice: "Hay que aprender a morir: en eso consiste la vida". A tus 65 años, ¿te angustia envejecer?

-Siempre tuve miedo a la muerte y lo tendré. Sin embargo, pienso que el miedo era más fuerte o menos soportable cuando era joven. Envejecer no ha sido nunca una de mis angustias. Parece natural. Pero es desagradable perder capacidades que siempre tuvimos por ciertas. Leer sin gafas, cicatrizar rápido, dormir más largo

-No se te nota el paso del tiempo. Con tus jeans de adolescente sigues cautivando a las mujeres. Jorge Drexler dijo que su mujer, al escucharte, estuvo a punto de morir. ¿Te sientes un galán? Después de todo, Woody Allen dice que "el sexo sólo es sucio cuando se hace bien...".

-No me siento un galán. Las frases de Woody Allen sobre sexo son su mejor cosa (sobre todo aquella sobre la masturbación: "La única relación sexual que tenemos con alguien que amamos de verdad"), pero soy diferente: creo que se puede reír mucho haciendo sexo y en eso soy absoluto.

-¿Cuál es la banda sonora que eliges para hacer el amor?

-No me gusta oír música cuando hago el amor. Apago el aparato. Los sonidos de los movimientos, de la respiración, de las palabras que salen sin que se pueda evitar, es la música del amor. No me gusta oír música en restaurantes tampoco. Cuando encuentro uno silencioso, siento una profunda felicidad.

EN ACCIÓN: Escucha a Caetano Veloso el 1 de septiembre a las 21 horas en el Teatro Caupolicán. Entradas a través de www.ticketmaster.cl.

martes, 21 de agosto de 2007

SECRETO A VOCES...



P conoció a Alejandro Filio sentado bajo el parrón de su casa. Era domingo y la luz otoñal se colaba diáfana hasta caer en diagonal sobre la mesa larga del patio de Ñuñoa. El compilado del trovador mexicano sonaba una y otra vez en el pc, desde que D irrumpió con eso de que sacase una nueva canción. Desde entonces que P tarareaba "Vienes con el sol" mientras preparaba huevos en la cocina, limpiaba sus lentes ópticos o atendía los ruegos de su perro: un poodle con dradlocks de mediana estatura que parado en dos patas rogaba caricias.
P tenía el pelo negro, largo y precozmente cano. Guardaba a Benedetti bajo la almohada y escribía pensamientos en cuadernos universitarios con lápiz bic. Luego se los entregaba a D y D intentaba ponerles música, aunque no siempre con mucha suerte.
A D le gustaba verlo correr tras su guitarra. Le recordaba a su padre. Las notas salían del instrumento de madera con melancolía de lluvia y a D le gustaba mucho ver llover. Decía "hasta el cielo llora, te das cuenta?" y P lanzaba una risa infantil. ¿Seguirá sonando "Brazos de sol" en el winamp de P? P y D no se juntan hace mucho a cantar y el parrón de Ñuñoa está vacío. Pero el Silvio mexicano sigue nutriendo el repertorio. Ése siempre será un secreto a voces.

ALEJANDRO FILIO ADELANTA CÓMO SERÁ SU CONCIERTO EN CHILE

“Me habría gustado cantar con Víctor Jara"

El 23 y 24 de agosto, el cantautor mexicano regresará a nuestro país para repasar 30 años de carrera. Acá habla del autor de “El Cigarrito” y de falsos trovadores. Además, desmiente que la canción de protesta pasó de moda.

La Nación
Gabriela García

-¿Qué es lo que presentarás en esta vuelta a Santiago?

-Llevaré las canciones que la gente ha hecho suyas. Me pararé en el escenario con guitarra y voz a la manera de la trova. La idea es repasar 30 años de trayectoria y adelantar algunos temas que pienso grabar en noviembre de este año. La recopilación de la que hablo se tradujo en una caja de lujo, que se llama “Alejandro Filio del I al XV”, donde encontrarán todos los álbumes de mi carrera y un libro grueso con muchas fotografías y poesía.

-Has compartido escenario con grandes como León Gieco, Luis Eduardo Auté, Silvio Rodríguez y hasta Pedro Aznar. ¿Existe algún sueño inconcluso?

-A mí me hubiera gustado muchísimo tocar con Víctor Jara, porque además de ser un héroe de oposición, fue un artista de teatro, un creador. En la Feria del Libro de Guadalajara conocí a Joan Jara y me dijo que le emocionaban mis canciones porque yo, al igual que Víctor, cantaba con el corazón Fue un halago tremendo.

-La mayoría de los trovadores echan mano a la literatura al escribir una canción. ¿Qué libros o discos consultas tú a la hora de componer?

-Cuando escribo canciones intento interpretar lo que todos sentimos. Hablar del hombre y sus fracasos, dolores y sueños. Del amor que ya no es o de la memoria. Me gusta mucho la poesía. Leo siempre a clásicos autores como Benedetti o Jaime Sabines. Me gusta la novela escrita por mujeres también, la de Isabel Allende o Laura Esquivel, por ejemplo.

-Hay sobredosis de cantantes que se dicen trovadores. ¿Cómo distinguir a los de tomo y lomo?

-La confusión es mucha y el marketing ha tenido mucho que ver. Arjona es un contador de historias que divierte a la gente, pero no es un trovador. Nosotros somos seres en constante oposición y estamos muy lejos de la farándula y el entretenimiento.

-¿Pero no te parece que la canción de protesta pasó de moda? La misma trova ha dejado de ir al choque y se ha vuelto políticamente correcta. Sólo basta contrastar al Silvio actual con el de los ’80.

-Bueno, Vargas Llosa habla de que hoy es cada vez más difícil diferenciar a los políticos. De hecho plantea que estamos frente a una izquierda vegetariana. Personalmente creo que la trova ya no es tan frontal, pero sí irónica. Entendemos que la gente ya comprende el mensaje, pero seguimos siendo un híbrido entre la rabia y el amor. Yo mismo, cuando estaba sentado en la nube antes de llegar al mundo, pedí medir un metro cincuenta para no olvidarme de crecer.

martes, 7 de agosto de 2007

GATO BAJO LA LLUVIA


Dicen que tomaba Daiquiri en "El Floridita", un bar ubicado en la transitada calle Obispo de La Habana. Que la escritura era la madre de todos sus vicios y que sus ojos se perdían en la nostalgia de los desarraigados.
Lo imagino paseando por la Ciudad de la Luz, escribiendo sobre las mesas del café de la place de Saint Michel, vociferando "Eres mías y París es mío", a la bella mujer que apareció en el portal, una tarde helada.
Acaba de llegar a Chile el libro "Cuentos" de Ernest Hemingway, una selección que el mismo escritor norteamericano realizó en 1938. En el prólogo, Gabriel García Márquez recuerda el día en que le gritó "¡Maestro!" desde la vereda opuesta, bajo la lluvia primaveral de 1957 en París.
En esas líneas, el autor de "Cien años de soledad", también rescata su innegable talento por los relatos cortos, su busto conmemorativo varado en el pueblo del pescador de "El viejo y el mar", en Cojímar, Cuba. Y el refugio en Finca Vigía, ubicado también en la tierra de Fidel. Junto a trofeos de caza y páginas sueltas, Hemingway pasó los últimos años de su vida. Hoy, la casa sigue intacta. Incluso su atril de escribir se empolva junto al bosque. "Siempre habrá primavera, lo sabes?", sentenció. Su voz sigue meciendo las cabelleras de los árboles.

-Dime Tom, por qué estás triste?
-Por el mundo entero
-Quién no está triste por el mundo entero? Se pone cada vez peor. Pero no puedes pasar la vida entristecido por ello.
-No hay ninguna ley que lo prohíba...

E. Hemingway

miércoles, 1 de agosto de 2007

Amando, espero


Mientras él se pierde en los cerros de Montegrande, en los ojos de niños huérfanos, en los delirios poéticos de la Mistral, ella se frota las manos para vencer el frío capitalino.
El poeta Óscar Hanh dice que el amor siempre duele, que la pulsión suicida sólo se calma con el latido de otro y que cuando ese otro no está, el enfermo se agrava, pierde el aliento, el apetito.
A ella más que dolerle, le estremece amarlo. Su profesión verdadera es soñarlo mientras se seca el cabello, imaginarlo mientras lee un buen libro. Lo ve en las cosas y en los rostros de los hombres en el paradero. En la melancolía de Dylan Thomas y en las canciones de Leonard Cohen. En la borra del café...
Lo divisa poniendo caras frente a los espejos, devorándose la literatura de Houellebecq en las estaciones de metro. Fijando sus pupilas negras en su silueta desnuda, en alguna cama de hotel.
Son casi las siete de la tarde y él la llama desde una cabina telefónica. Antes de dormir saldrá a caminar por el valle. Las estrellas aparecerán temprano para acompañarlo, para que él la recuerde a tientas en alguna constelación lejana.
En Santiago, ella se acostará después de ver alguna teleserie. Reirá pensando en su barba chascona y en su cara viendo "Los Simpson". Contará los minutos, sin prisa, hasta volver a sentir sus pasos tras la puerta...