miércoles, 1 de agosto de 2007

Amando, espero


Mientras él se pierde en los cerros de Montegrande, en los ojos de niños huérfanos, en los delirios poéticos de la Mistral, ella se frota las manos para vencer el frío capitalino.
El poeta Óscar Hanh dice que el amor siempre duele, que la pulsión suicida sólo se calma con el latido de otro y que cuando ese otro no está, el enfermo se agrava, pierde el aliento, el apetito.
A ella más que dolerle, le estremece amarlo. Su profesión verdadera es soñarlo mientras se seca el cabello, imaginarlo mientras lee un buen libro. Lo ve en las cosas y en los rostros de los hombres en el paradero. En la melancolía de Dylan Thomas y en las canciones de Leonard Cohen. En la borra del café...
Lo divisa poniendo caras frente a los espejos, devorándose la literatura de Houellebecq en las estaciones de metro. Fijando sus pupilas negras en su silueta desnuda, en alguna cama de hotel.
Son casi las siete de la tarde y él la llama desde una cabina telefónica. Antes de dormir saldrá a caminar por el valle. Las estrellas aparecerán temprano para acompañarlo, para que él la recuerde a tientas en alguna constelación lejana.
En Santiago, ella se acostará después de ver alguna teleserie. Reirá pensando en su barba chascona y en su cara viendo "Los Simpson". Contará los minutos, sin prisa, hasta volver a sentir sus pasos tras la puerta...

1 comentario:

Mónica Bustos dijo...

Qué curioso encontrarme a estas horas de la madrugada con estas letras, es muy significativo para mi, ya que aunque no fumo... si "espero" y a veces siento que esta espera es eterna...
Felicitaciones por tu página!!!
Gracias por tu aporte a la Vida!!!