miércoles, 12 de diciembre de 2007

LE DIJO QUE LO QUERÍA


Le dijo que lo quería.
Le lanzó gatos por la rendija de la puerta
Y lo invitó a ver el mar.
Le dijo que lo extrañaba.
Que la rutina le comía el coño
Y las ganas de soñar
Que el hastío subía como espuma por la bañera de su casa.
Que el nudo en la garganta le robaba la felicidad.
Pensándolo bien,
No sólo le dijo que lo amaba
Eran las cuatro de la mañana
Cuando ella volvía a pedirle que no la abandonara.
Él se sacudió el sueño de los ojos
Y le pidió un beso.
La desnudó
Y sudaron los cuerpos hasta la hora azul.
¿Cuál es el problema entonces?
El problema es el amor
Y la maldita manía de querer quedarse solos
Mirar por la ventanilla del tren
Y sentir que los recuerdos se empañan con la lluvia
La manía ahora,
ciertamente,
Es la de mirarse y ponerse a llorar.
Como niños, como huérfanos de corazón
Como heridos a bala por el paso del tiempo
Y su bofetada fulminante.

¿POR QUÉ CLARICE?



A 30 años de su muerte, habla la mujer que más sabe sobre la Lispector

La biógrafa y académica Nadia Battella Gotlib (61) ha pasado la vida develando la existencia de una de las narradoras más enigmáticas del siglo XX. Mañana se conmemoran tres décadas desde su desaparición y la autora de “Clarice. Una vida que se cuenta” enciende la luz en el cuarto oscuro de la escritora brasileña.

Por Gabriela García
La Nación Domingo
9 de diciembre de 2007

-Tu biografía sobre Clarice Lispector llena un vacío y devela algunos misterios que la rondan. ¿Por qué decidiste embarcarte en este laberinto?

-La idea de crear una "biografía de la escritora Clarice Lispector", es decir, una biografía elaborada considerando la producción literaria y periodística de C.L. [Clarice Lispector] surgió cuando tuve que hacer una tesis de libre docencia en la Universidad de Sao Paulo (en los noventa). Opté por no seguir el recorrido más común: un largo ensayo o varios ensayos sobre la obra de la escritora. Fui impulsada a escribir no sólo sobre esa obra, sino también sobre su vida, ya que no existía ningún texto en el que se hubiese hecho una investigación sobre las múltiples culturas incluida la judía que componen la personalidad artística de C.L. Entonces fui a las ciudades donde vivió, conversé con sus parientes, amigos y colegas. Traté de no despreciar a ninguna fuente. Por el contrario, intenté incorporarlas a todas con el objeto de hacer evidente una de las características de este perfil artístico: su complejidad y su tendencia a sumergirse, cada vez más profundamente, en su arte.

-Clarice parece haber tejido un personaje de sí misma. Podría ser cualquiera de los protagonistas de sus escritos. ¿Cómo la defines? Ella solía decir que amaba a las gallinas. ¿Es Lispector una gallina? Antes de morir le dijo a su enfermera: "¡Mataste a mi personaje!". ¿A quién crees que se refería?

-De hecho, Clarice se desdoblaba en otras, así como cada personaje creado por ella parece desdoblarse también en otros. Hasta que el otro del otro parece ser el primero, la propia Clarice, en un circuito interminable de dispersiones sucesivas y múltiples. ¿Qué es un animal, la gallina, a no ser la representación de nuestro lado salvaje, instintivo, con un fuerte apego a la sobrevivencia y a la defensa de la especie? Se desdobla, pues, en otros: ella es la escritora que escribe "La hora de la estrella", al crear un narrador que escribe "La hora de la estrella", que crea a Macabea que escribe su propia hora de la estrella queriendo escaparse del destino del "pobre" que nada tiene, y todos éstos, Rodrigo y Macabea, son también la propia Clarice. Y así, en la hora de la agonía, o en su extrema hora de la estrella, o de la muerte, Clarice no se ve más como Clarice, sino como personaje de sí misma, creación de sí misma, obra ficticia, pura ficción, cuyo destino, como el de todos, es la muerte. Se sumerge en el arte para verse en lo más profundo de su condición, cosa que sucede justamente en el momento agónico en que está ad portas de morir.

A PESAR DE LAS PASTILLAS

-Dicen que Lispector fue una extranjera en la tierra. ¿Cuánto influye en su esencia el haber nacido en medio de un viaje?

-Debe haberle pesado mucho. Nació en medio de una gran violencia, en una Ucrania en guerra civil, en la lucha entre frentes nacionalistas separatistas (contra los rusos imperialistas y también rusos bolcheviques) después de la caída del imperio del zar Nicolás II y la Revolución de Octubre de 1917. Además de eso, Ucrania fue invadida por varios pueblos vecinos, como los polacos y los alemanes, a propósito de la Primera Gran Guerra. Había también ataques a las ciudades y a las aldeas por parte de los anarquistas. Y violentos pogroms contra los judíos. Clarice nació cuando sus padres viajaban a Brasil. Después habría de viajar al exterior, durante 16 años, acompañando al marido diplomático. Clarice afirmaba que tenía la sensación de "no pertenecer". Ése es el título de una de sus crónicas, que traduce bien esa experiencia de permanente exilio.

-Felicidad clandestina y culpa. Parece haber bailado años con la muerte. En su última época escribió hasta tres libros en un año. ¿Cómo crees que se relacionaba con la muerte?

-En una entrevista que concedió a la TV, en el inicio de 1977, se muestra extremadamente angustiada. Y parece que todavía no se había manifestado la enfermedad que se la llevaría al final de ese año. Tal vez haya sido una premonición. En cuanto a la muerte, la sentía siempre en los intervalos en que no creaba. No crear era como estar muerta para Clarice. Bajo ese aspecto, escribir era una forma de sobrevivir.

-En su última época, Clarice se hizo adicta a los tranquilizantes y se quedó dormida con un cigarro encendido, lo cual le causó varias quemaduras en su mano. ¿Es ella buscando a la muerte? ¿Son pulsiones suicidas, quizá alguna enfermedad mental?

-Tomaba muchos tranquilizantes, sí. Su amiga Mafalda Veríssimo, esposa del gran novelista brasileño Érico Veríssimo, afirma que le daba consejos a Clarice en el sentido de que tomara menos remedios. Pero no considero una certeza ninguna explicación de tipo sicoanalítico para tales manifestaciones. Para eso sería necesario colocar a Clarice en un diván... Y eso es imposible. Ni siquiera es tarea para nosotros, meros lectores de su obra.



SILENCIOS Y PIANOS

-En el libro no hablas de lo que significó para ella la esquizofrenia de su hijo mayor, tampoco de qué produjo la parálisis progresiva de su madre...

-Al escribir el libro observé que los silencios de Clarice a veces pueden decir mucho más que sus palabras. Traté de traducir esos silencios. Uno de ellos se refiere a sus propias raíces. No lo trata declaradamente, pero sí en alusiones breves e intensas. Otro silencio se refiere a la enfermedad de su madre, hecho que aparece hermosamente descrito en su cuento "Restos del carnaval": quiere jugar en el carnaval de Recife, pero la madre está enferma y ella es llamada para ir a comprar remedios. Otro de esos silencios aparece en relación a la enfermedad del hijo. Esos silencios he tratado de traducirlos o, mejor, sustentarlos a lo largo de todos los capítulos, como el sonido del pedal de un piano, vibrando, provocando, instigando al lector.

-Murió de cáncer hace 30 años. Parafraseando al escritor argentino Osvaldo Soriano, ¿dirías que fue un triste y solitario final? ¿Cómo fue su último día de vida, sus últimos deseos, su funeral? Algo de la Alejandra Pizarnik se cuela en la obra de Lispector y ella vivió su suicidio como un ritual... maquilló a sus muñecas, escribió una carta y se quitó la vida.

-La escena final de mi libro resume, para mí, el modo como habría experimentado la muerte. Como artista. Dramatizando, Ficcionándose. Transfigurándose en personaje de sí misma. Y divisando la muerte como la divisó Macabea. En cuanto al funeral, hay un cortometraje de Juan Carlos Horta que acompaña el funeral judío y graba, incluso, el sonido del cantante. ¡Es impresionante! Pese a que tuvo un funeral de acuerdo con la tradición hebrea, también hubo una misa del séptimo día en una iglesia católica.

-Estás viajando a distintas partes para hablar de Lispector. ¿Qué otros proyectos trabajas?

-Un nuevo libro sobre Clarice Lispector: una fotobiografía, con 800 imágenes. Será publicado al inicio del año entrante por la editorial de la Universidad de Sao Paulo. LCD



QUE VENGA DIOS

"Incluso para los que no creen existe la pregunta vacilante: ¿y después de la muerte? Incluso para los que no creen existe el instante de desesperación: que Dios me ayude. En este mismo instante estoy pidiendo que Dios me ayude. (…) Que venga Dios, que venga. Aunque no lo merezca, que venga. (…) Soy inquieta, celosa, áspera, desesperanzada. Aunque tenga amor dentro de mí. Sólo que no sé usar amor: a veces parecen astillas. Si tanto amor recibí dentro de mí y continúo inquieta e infeliz, es porque necesito que Dios venga. Que venga antes de que sea demasiado tarde”.

(“Deus, A descoberta do mundo”, pp. 90-91. Crónica publicada en el “Jornal do Brasil” el 10/02/1958). Este fragmento se encuentra en el libro “Clarice...” de Editorial Adriana Hidalgo, y es distribuido en Chile por Editoral Catalonia.

¿QUIERES LEERLA?

Multifacética. Clarice Lispector escribió cuentos infantiles, crónicas, novelas y hasta recetas de belleza. También entrevistó a artistas como Chico Buarque o Tom Jobim. Y se le conoce como traductora de textos de Edgard Allan Poe y abogada. Aquí algunos de sus libros que se pueden encontrar en Chile.

“Revelación de un mundo” (Editorial Adriana Hidalgo). Fascinante edición que recopila sus crónicas publicadas en el “Jornal do Brasil” desde 1967 hasta comienzos de 1974. Disponible en la Librería Feria Chilena del Libro, de calle Huérfanos.

“Un soplo de vida” (Editorial Siruela). Es una de las últimas indagaciones literarias de Lispector y una profunda e íntima meditación sobre el sentido de la vida y el oficio. Encuéntralo en la Librería Metales Pesados.



MUSA Y ENIGMA

"Elegir la propia máscara
es el primer gesto voluntario humano.
Y es solitario".


La primera vez que Clarice Lispector (flor de lis en latín o flor en el pecho) sintió vértigo de estar viva, tenía por lo menos nueve años. Corrían los años treinta y sus ojos algo rasgados miraban con melancólica fascinación y desde un segundo piso el barrio brasileño donde ella y su familia judía se refugiaron de una Ucrania natal ensangrentada por la Primera Guerra Mundial. "Mi recuerdo es el de mirar desde el balcón a la plaza Maciel Piñeyro, en Recife, y tener miedo a caer: todo me pareció demasiado alto. ¿La casa se acabó? ( ) Estaba pintada de rosa. ¿Un color se acaba? Se desvanece en el aire, Dios mío", recordaría más tarde la mujer que se convirtió en una de las escritoras más notables del siglo XX.

Fue en ese mismo paisaje de infancia donde vio morir lentamente a su madre (Marieta falleció en septiembre de 1930), quien sufría una parálisis progresiva desde antes de embarcarse en el barco que los trajo desde Rusia hasta América, específicamente a Maceió, ubicado al nordeste de Brasil. Cuando el vapor "Cuyabá" llegó a puerto a comienzos de los años veinte, la pequeña Clarice tenía un año y dos meses y, a pesar de su sonrisa, ya sentía el peso del destierro y el remordimiento de no haber salvado a su madre, quien la trajo al mundo en medio de ese largo viaje. "( ) Por una superstición muy difundida, se creía que tener un hijo curaba a una mujer de su enfermedad. ( ) Sólo que no curé a mi madre. Y siento hasta el día de hoy esa carga de culpa: me hicieron para una misión determinada y fallé. Como si contasen conmigo en las trincheras de una guerra y yo hubiera desertado", dijo en entrevistas.

Todos estos misterios llevaron a Lispector a la literatura. Emparentada a pesar de ella con Virginia Wolf, la mujer de rostro angulado, silueta delgada (su nana recuerda en la biografía de Nadia Battella que sólo se alimentaba de sándwiches), escribía desde el búnker de su propia existencia con la máquina sobre la falda, mientras sus hijos (Pedro y Paulo, fruto del matrimonio con el diplomático Maury Gurgel Valente) y su perro (Ulises) jugaban a su alrededor. Escribió para sobrevivir desde los siete años. Primero a la pobreza (en su infancia Lispector se recuerda estirando y metiendo la mano entre medio de las rejas de los ricos para untar los dedos en la fruta madura o robarse rosas). Luego, a fantasmas como la muerte y la soledad. Cuando a la autora de "Cerca del corazón salvaje" le preguntaron en una entrevista "¿si pudiera robarse algo, qué sería?", ella no vaciló en contestar: "Gente, personas, compañía". Antes de morir de un cáncer, en 1977, la escritora accedió a ser retratada por el artista Carlos Scliar en 1972, dio una entrevista para un canal de televisión con la promesa previa de que sólo sería emitida después de su desaparición y en la víspera de cumplir 57 años volcó en el papel sentencias como "mi futuro es la noche oscura y eterna" o "el clímax de mi vida será la muerte".

El 9 de diciembre de 1977, Clarice yacía pálida y exhausta en el hospital después de una hemorragia. Su mano derecha tenía quemaduras e injertos tras haberse quedado dormida con un cigarrillo encendido. Desesperada, quiso levantarse y salir del cuarto. Pero la enfermera se lo impidió. "¡Usted mató a mi personaje"!, le dijo agónica hace 30 años.