martes, 23 de octubre de 2007

INSECTO DE ORO


"Tengo un insecto de oro en el corazón
que le reza al sol y que hace figuritas de papel de arroz
Mientras avanza la noche oigo crepitar
Patas metalicas que hilan en la oscuridad
Hilo de seda que hace que mi despertar
Sea más dulce pero al mismo tiempo irreal"

(Canción de Manuel García)


P odia los insectos. Cuando los escucha revolotear puede pasar horas abriendo y cerrando ventanas. A veces imagina que éstos se meten en su cama. Cierra los ojos, esconde su cabeza bajo la almohada y dispara garabatos en voz alta. Pero el zumbido insiste, atraviesa su memoria y la piel se eriza como cuando hay viento.

Entonces piensa en dos cosas. En el cuento de Soriano y su antídoto contra el zumbido: comprarse un arma y disparar dos veces al aire. O en gritar para que su hermana se los espante.
Por suerte, casi siempre la flaca viene a regañadientes, toma un zapato y los retuerce contra la pared. Bostezando la mira con incomprensión y sus pantuflas se pierden por los pasillos de la casa.

P no sabe por qué los odia tanto. Recuerda que en su infancia pasaba tardes esperando que las arañas pollito de un descampado de Punta de Tralca cayeran como trofeos en sus frascos transparentes. También se ve cazando mariposas en un sitio eriazo de la Quinta Región. Perseguía mariposas con paciencia de relojero. Juntaba el índice y el pulgar para tomarlas por sorpresa, las arrojaba en un recipiente de vidrio y sentía con placer como sus yemas quedaban teñidas del suave polvo dorado de sus alas.

Pensándolo bien, alguna vez creyó en eso de que las chinitas y los grillos dan buena suerte. Entonces...¿por qué a veces sus sábanas se llenan de gusanos? ¿Por qué pensar en insectos le dan ganas de vomitar? Las preguntas flotan sin respuesta.

Ahora sólo sabe que colecciona postales de mariposas góticas o colgantes que tengan su fisonomía en ferias artesanales. Ahora ese recuerdo de infancia sólo se materializa cuando las mariposas vuelan en su estómago, cuando cruzan la pupila que sueña. Tal vez porque estas especies saben que la carne es triste, porque son frágiles, milagrosas e inalcanzables.
P hasta ha escrito un cuento de una mariposa llamada Flo-rencia. El insecto está enamorado de las flores pero sólo puede dormir en ellos cuando el sol se pone.
Entonces P piensa que quizá la diferencia esté en que hay insectos y bichos. Y que son éstos últimos los que detesta: polillas, arañas, gusanos, babosas, moscas, zancudos, etc.
No así las mariposas.
Entonces entiende por qué la canción de Manuel García la lleva de vuelta a la caza. Asoma la cabeza a la noche, pone play a su disco "Pánico" y por fin descansa.

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