domingo, 17 de junio de 2007

Confesiones de Invierno...



"Nubes negras
llueve otra vez
y aquí dentro los dos

Tu voz me despierta
dulce de sueños,
pereza y amor".


("Nubes negras" del disco "Cuerpo y alma" de Pedro Aznar).


16 de junio. Pedro Aznar aparece en el escenario del Teatro Oriente bajo luces azules. Su voz de ángel negro ignora que en una de las butacas, dos tipos se besan desesperadamente. "Qué he sacado con quererte", de Violeta Parra suena como un desgarro. Es la canción que inicia el show. Luego vendrá "Confesiones de invierno" de Sui Géneris,"Décimas" de Elizabeth Morris, "A primera vista" de Chico César. Y "Nubes negras", un tema corto escrito por el trasandino una tarde de lluvia.
En la penumbra los enamorados se estrechan las manos. No quieren darle espacio a la muerte. Se han buscado toda la vida. El virtuoso bajista que tocó con Pat Metheny no sabrá jamás que su música los llevará a la cama. Es un secreto que se dirán a solas. Aznar sigue frente al teatro repleto. Traduce a The Beatles, se pasea entre el público con un par de campanas, toca blues a capella y entona "Frágil" de Sting.
Los amantes se miran fijo para perpetuarse. Le jalan el sombrero al diablo, se ríen al pie de las tumbas. Que el ex Serú Girán siga tocando sin saber que es el celestino de dos tipos que se mastican hasta el alma, hace el milagro.
Gracias por la música concedida.

PD. Pedro Aznar estará en Chile hasta el 25 de junio. La demanda de entradas obligó a los productores y al artista a poner en venta una tercera fecha en Santiago. Más información en www.ticketmaster.cl.




Como bonus track, una conversación con el artista. En el marco de su anterior visita al país, fue publicada el 2006 en el diario La Nación Domingo.

Aznar goza de buena saudade

El ex Serú Girán vuelve con un disco de música brasileña bajo el brazo y una clínica gratuita en Maipú. El destacado bajista argentino que toca con destornillador, habla de cine, del café con Cortázar y de la próxima película del director de “El lado oscuro del corazón”, que llevará sus melodías.

Por Gabriela García

Es 1985, y afuera del siquiátrico bonaerense donde el director y guionista Eliseo Subiela rueda “Hombre mirando el sudeste”, se escucha: “Doctor, doctor, ¿por qué me abandonas?”. La melodía compuesta por el músico Pedro Aznar para el filme latinoamericano más premiado de la década de los ’80, evoca uno de los pasajes más dramáticos de la cinta.
Adentro del sanatorio, Rantés, el demente que dice pertenecer a otra galaxia, es sometido a una fuerte dosis de albidol. Mientras el doctor Denis le inyecta la droga antisicótica en las venas, el paciente aúlla y observa atónito cómo su cerebro se desangra en sus propias manos.
“Fue la primera película que musicalicé. Yo estaba viviendo en Nueva York cuando Subiela me contactó, me mandó el guión y comencé a trabajar en el proyecto. Fue muy especial porque viajé a Argentina para mostrarle la música. La escuchamos por primera vez dentro de su auto, que estaba estacionado en la misma clínica, mientras decenas de internos caminaban alrededor nuestro. Nos miraban con unos ojos tan intensos que llegamos a pensar que nosotros éramos los locos y no ellos. Sigo pensando que ese momento pudo haber sido uno más de la película”, expresa emocionado.
Pedro Aznar tiene 46 años y una vasta y reconocida trayectoria en el cuerpo. El otrora bajista de Serú Girán y Path Metheny tiene 11 discos como solista y más de 80 junto a otros artistas de gran altura. A pocos días de girar por Chile con su última placa, “Aznar canta a Brasil” (desde el 16 al 21 de mayo en los escenarios de Concepción, Temuco, Valparaíso, Santiago y Talca), contesta el llamado de LCD desde su casa. “Vengo a presentar 23 temas que gozan de la saudade y el talento de grandes compositores, como Chico Buarque, Caetano Veloso, Cazuza, Milton Nascimento y Gilberto Gil, entre otros. Las versiones castellanizadas son un agradecimiento a la música que forma parte del cancionero popular”, señala.


ADOLESCENTE MALCRIADO
El flaco de ojos y pelo castaño que aparece en las carátulas de sus placas haciendo mudras con los dedos (“gestos sagrados”, según el Kundalini Yoga), es un buscador insaciable de sonidos, algo que él explica como “hambre del alma”. Ha pasado del rock de Charly García al jazz de Metheny Groups, de la fuerza de Soda Stereo a la tristeza de los tangos de Gardel, además de empaparse de las raíces del folclore latinoamericano, de una que otra alucinación electrónica y de la nostalgia de la bossa nova. Sus facetas son un manojo de cartas que el mago devela con cautela.
“Cuando tenía nueve años supe que iba a ser músico. Me pasaba largas horas mirando girar los discos de vinilo de mi padre, que a la vez era violinista de tangos. A esa edad entré a estudiar guitarra clásica”, dice.
Al poco tiempo salió a la calle a tocar las canciones de Los Beatles, le enseñó los acordes a sus amigos del barrio y formó, a comienzos de los ’70, su primera banda, Life, para luego sumergirse en lo underground que fue Madre Atómica. “Ensayábamos en cualquier parte, a veces en un garaje. Yo no me despegaba de la guitarra, salía de la ducha y seguía sacando cosas”, cuenta hilarante.
En 1974 incursiona en el bajo, instrumento que se convirtió en su sello personal y que le ha valido, entre otros títulos, el de mejor bajista, según la revista “Rolling Stones”. El año pasado deleitó al público chileno con “Muñequitos de papel”, una canción de su autoría que entona con los ojos cerrados en el bajo, con un destornillador al modo jazzero y sin trastes de Jaco Pastorius.
Y aunque es un multiinstrumentista de excepción (percusión, piano y contrabajo, etc.), Aznar prefiere el bajo perfil: “¡Qué más quisiera yo que despertar un día sabiendo tocar todos los instrumentos del planeta! Sería como mirar la música desde el cielo… pero no creo en los artistas fórmula uno”. Además, el autor de “Amor de juventud” (canción que interpreta con Gal Costa) es un artista inquieto que no cree en los encasillamientos. “En mis canciones confluyen todos los estilos. Algunos piensan que cometí parricidio al independizarme de Metheny o Charly, pero no es así. Quise buscar mi propio camino, pero no maté en ningún caso a estos padres. La experiencia que viví con ellos está en mis células”, admite.

SUEÑOS DE HARRISON EN MAIPÚ
A Aznar los aplausos no lo encandilan. Sabe que mientras el público junta sus palmas, miles de niños mueren a la intemperie y otros tantos jóvenes talentos se pierden en el anonimato.
Su conciencia social ha sido un motor que lo ha llevado a participar de actos organizados por la Unicef, y otras entidades que abogan por los derechos de menores y adolescentes de escasos recursos. Por lo mismo, durante su estadía en el país, realizará una clínica gratuita a músicos incipientes de la comuna de Maipú. “Recuerdo que cuando era niño veía a George Harrison pendiente de la ayuda social. Creo que la música también es eso, la mano tendida a colaborar, las ganas de hacerse cargo, y en ese sentido me tomo esta carrera como un servicio. Creo en la voz de las canciones, en la cadena del mensaje que podemos entregar, es una energía potente y no tiene por qué hacerse desde grandes escenarios”, espeta.
Otra cosa en la que cree es el poder de los sueños y en la sincronicidad del universo. Dice que sueña canciones e ideas que después plasma en los poemas que ya ha publicado en el libro “Pruebas de fuego” (1992) y en el que está por lanzarse, “Dos pasajes a la noche”, y que hace unos días tuvo un dejà vú de la que sería su próxima novela. “Me pasó con ‘A cada hombre, a cada mujer’, tema que compuse para la placa Serú ’92, el del reencuentro. Desperté con la melodía, la letra y la voz de David (Lebón) en la cabeza. Cuando lo estábamos grabando, le dije a ellos: suena tal y como lo soñé”, revela.
Aznar es un hombre de rituales. En los ’90 compuso la existencialista canción “I can’t find it” para el disco “David y Goliat” (1995), y se propuso grabarla en la penumbra de su estudio. “Encendí decenas de velas para cantarla. Era una conversación íntima conmigo mismo y aunque no sé si llegué a contestarme la interrogante ‘where I do belong?’, sentí que fue como cerrar un círculo”, cuenta tras irse al infinito unos minutos. Asimismo lo hizo en el video de “Tomorrow never knows”, cuando sobrevuela el escenario a más de seis metros de altura, cantando la canción de John Lennon tal y como imaginó hacerlo éste antes de morir.

HABLEMOS DE LA MAGA
El autor de “Si no oigo mi corazón” (canción de la película “No te mueras sin decirme dónde vas”, de Subiela) pone sangre y vísceras en cada desafío. Escribe su destino con la garganta y el oído, y la música es y ha sido el soundtrack de su vida. En su casa de Buenos Aires busca la paz garabateando un cuaderno de croquis o revisitando su biblioteca. Allí descansan las obras de Julio Cortázar y de Jorge Luis Borges, dos autores que lee fervientemente. De hecho, sobre el último elaboró “Caja de música” (2000), disco que incluye 12 poemas musicalizados e interpretados por él. “Me gustan muchísimo los dos, pero Cortázar llegó a mis manos en la adolescencia, Borges vino después. Los dos son grandes escritores, pero me despiertan cosas diferentes. Con Cortázar me sentaría a tomar un café y hablaríamos de La Maga y de la casa tomada, Borges es… (piensa unos segundos) un maestro del habla castellana, y eso implica una ‘distancia’. Creo que si me invitara a tomar una copa, tiritaría”, explica riendo.
“Creo que los poetas son capaces de hacer cualquier cosa. Un buen poeta puede ser un buen músico o un buen dibujante, pero la fórmula inversa no siempre se da. Me gustaría ver algunos dibujos de Walt Whitman. Estoy seguro de que serían muy buenos, muy artísticos. Es como escuchar a Violeta Parra sin poner oído en sus letras, que son verdaderos versos. Creo que si la soñara a ella le preguntaría qué eslabón se siente dentro de esta enorme cadena de creatividades”, sentencia.
Aznar corta el teléfono y se esfuma pensando en el Aleph. Por lo pronto, prepara las melodías de “No mires para abajo”, la próxima cinta de Eliseo Subiela. “Está en pleno rodaje y se trata de una historia de amor tántrica entre un joven de 19 años que se inicia sexualmente con una mujer de 30; es un bello guión para musicalizar”, remata. LCD

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mira con lo que me encuentro, no se si escribirte por tan propio titulo de tu blog ( que creo haber tarareado más de alguna vez), o por la certeza de que la maga se encuentra y se reencuentra en cada frase de aquel septimo capitulo de Rayuela. En fin, te dejo un beso grande, y te felicito por cada articulo que subes o publicas, cada uno muy tuyo y a la vez de cada persona que lo lee...