
Lluvia.
Ceniza sobre Chaitén.
La garganta pica lo suficiente
para creer que Dios ha muerto.
Y mientras bebo la última gota
del jarabe,
un hombre es subido a la ambulancia.
Santiago ronca la indolencia
y la política se corrompe.
No hay pan para África esta noche,
ni sosiego para el mendigo de Huérfanos.
Allí conozco a uno
que mastica la rabia a diario.
Y nadie, ni siquiera yo
le da monedas.
La próxima vez que lo vea
le diré que pida limosna con pena.
Porque esa es la enfermedad que no aparece en el Auge
y la que realmente tiene filas de espera.
¿Suena absurdo?
Mejor comer frijoles negros con vos
y estornudar tanto como dura el noticiero.